"MORIR EN UNA ESCUELA": REFLEXIÓN DE UN DOCENTE

Vie, 03/08/2018 - 02:24
 


Por Carlos Melone, docente de la provincia de Buenos Aires, autor de las contratapas de la revista MU, Crónicas del más acá.

 
"Morir en una escuela es un oxímoron en un crimen interminable.

Puede rezongarse con la escuela, enojarse, rechazarla o amarla.

Pero una escuela es un lugar de vida. O debería.

Parece que no.

Vendrán las santas indignaciones de los apóstoles de la denuncia y la corrección. Vendrán los vientos de la denuncia de algunos que se llaman, curiosamente, periodistas.

Vendrán los venires que siempre vienen y que nunca llegan. Vendrán todos pero habrá dos ausencias que ya no vendrán.

Y no entiende esta sociedad salvaje de todas las formas de salvajismo que muchos maestros dan clase de cualquier manera, en cualquier lugar, en cualquier condición.

No. No se entiende.

No hay manera porque nadie quiere ver aquello que lo señala.

No se entiende. No.

Aulas donde los chicos pasan de una a otra por el agujero de la pared; baños rebosantes de mierda; maestros (y auxiliares) limpiando tanques de agua en verdaderas acrobacias mortales; cocineras haciendo malabares para que todos coman algo; techos espiados de reojo por si hay que salir corriendo…

Dar clases en lugares céntricos del Conurbano Sur donde si hay que realizar una evacuación, la tragedia va a tener las dimensiones de Cromañón.

Pero no se entiende. Los salvajes y los bárbaros no entienden. Farfullan, murmuran cosas de enojo y molestia y luego olvidan rápidamente.

No se trata de funcionarios, dirigentes o gobiernos. A esos hay que exigirles todo, no creerles nada y apretarlos siempre.

Se trata de nosotros. Y no se entiende. Parece pero no hay caso.

Es absurdo morir en una escuela.

Pero ocurre. Maestras gasistas, plomeros, bomberos, cocineras, madres, enfermeras e inconscientes que van una y otra vez poniendo el cuerpo sin metáforas.

No idealizo nada.

Déjense de joder.

No nos subestimen. Ya sabemos que hay atorrantes y sinvergüenzas.

Déjense de joder.

No estoy hablando de eso.

Murieron mientras preparaban el desayuno para los pibes en una escuela desbordada de todos los desbordes.

Y sin embargo no se entiende. No se quiere entender. Y si no se entiende esto, entonces no se entiende nada.

Nada.

La ausencia irreparable.

La impotencia.

Un maestro, una maestra, una portera, un portero llorando por la noche, a solas, porque no se entiende.

Y esa sensación de furia y hartazgo porque va a volver a ocurrir".

 

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