14 DE AGOSTO: ANIVERSARIO DE LA CIUDAD Y PARTIDO DE QUILMES

Dom, 12/08/2018 - 23:46

 

Crónica de guerras y destierro tucumano de los indios Kilmes hasta el próspero asentamiento 352 años después

El populoso partido de Quilmes, integrado actualmente por las localidades de Bernal, Ezpeleta, La Florida, Quilmes y San Francisco Solano, cumple, el 14 de agosto, 352 años de vida. ¡FELICIDADES QUILMEÑOS!

Las extraordinarias historias de estas coloridas ciudades, tan populosas y pintorescas, con muchas e interesantes anécdotas casi desconocidas, desde la pasada ruralidad y la contemporánea urbanidad en marcha.

Pero nuestro pago chico tiene una historia previa que también es importante recordar, con la llegada a las costas bonaerenses de los indios Kilmes, con el doloroso destierro de Tucumán, y que dieron el nombre a nuestro amado y querido terruño, sembrado de sauces, eucaliptos y blanca pasión cervecera.

Las Guerras Calchaquíes fueron tres, las cuales se extendieron desde la llegada del primer español a los valles salteños en 1562, hasta la caída del bastión tucumano de Kilmes en 1665.

Las provincias del noroeste argentino como La Rioja, Salta, Catamarca y Tucumán eran por entonces una enorme frontera vacilante repleta de masacres y repartos de indios capturados para servir en las nuevas haciendas españolas.

La lucha de la Confederación Calchaquí por su independencia no comenzó contra España. Primero llegaron los ejércitos de otro imperio -el Inca- y contra él también pelearon los kilmes durante más de sesenta años. Cuando los invasores españoles conquistaron Perú otra guerra tuvieron que soportar en tierras tucumanas, y con elementos más peligrosos como cañones, arcabuces, armaduras metálicas y veloces caballos.

Los conquistadores europeos al mando de Diego de Almagro, Pedro de Valdivia, Francisco de Aguirre, Juan Núñez de Prado y Jerónimo de Cabrera presionaron en diferentes épocas la frontera aborigen hacia el sur, donde fueron estableciendo algunas ciudades y entre los tolobones, amaichas, pulares kilmes y los acalianos.

En la Primera Guerra (1560-1563), tres de las cuatro fundaciones españolas -Londres en Catamarca, Córdoba de Calchaquí en Salta y Cañete en Tucumán- fueron arrasadas. Sólo Santiago del Estero logró sobrevivir a la furia del cacique quilmeño Juan Calchaquí. Fue un desastre para España y provocó la decisión del Rey de dirigir la guerra en Tucumán, no de Chile sino desde Perú.

En la Segunda Guerra (1630-1637), la rebelión -conducida ahora por el cacique Chelemín- se esparció por toda la región. La Rioja fue sitiada y se destruyó la refundación de otras dos ciudades españolas. Pero las victorias parciales de los americanos convivieron con degollamientos masivos por parte de los españoles, en una toma y daca sin cuartel, y todas las encomiendas se sublevaron y hasta los jesuitas, impotentes por el alzamiento, abandonaron todos los valles donde habían fundado sus misiones. Chelemín en 1637 cayó prisionero de los españoles y fue descuartizado en la refundada Londres de Catamarca.

En la Tercera Guerra (1645-1666), la resistencia kilmeña se transfiguró en una suerte de guerra de guerrillas, ya que se peleaba en las montañas para evitar combates abiertos en los que los arcabuces y -en especial- los cañones españoles hacían la diferencia. Se luchó durante veinte años mas, cuando apareció de un personaje increíble que lo cambió todo, llamado Pedro de Bohórquez. Este hábil andaluz, aventurero y además embaucador había guiado expediciones españolas en Perú y había vivido entre los indios. Había prometido mucho y estafado a todos, hasta que terminó preso en Chile. Más tarde escapó hacia La Rioja y se convirtió en el jefe de un ejército indio con el que lanzaría la última guerra Calchaquí contra su propio país España.

Finalmente el “Falso Inca” terminó entregándose a sus compatriotas españoles, y lo llevaron a Lima, donde fue ahorcado. La guerra continuó, pero ahora dirigida por Iquín, el cacique de los kilmes. Durante otros seis años los kilmes y acalianos afrontaron solos la lucha por su libertad. Atacaban y escapaban. Pero, de a poco, se fueron replegando sobre su propios pasos, hasta su última ciudadela llamada Amaicha del Valle. El nuevo gobernador español, Mercado y Villacorta, tomó personalmente la ofensiva final y sitió a los débiles kilmes en su reducto durante todo un año. No los vencieron por las armas, sino por hambre. Muchas mujeres se suicidaron con sus hijos arrojándose al vacío para no ser capturadas, y casi todos los hombres bajaron exhaustos al valle para rendirse. Se dispuso el destierro de mil doscientos hombres y mujeres kilmes caminando durante un año, desde Tucumán hasta la Reducción de la Exaltación de la Santa Cruz en Buenos Aires hasta nuestro actual Quilmes.

Profe Dany Garcia.
Director del Instituto de clases particulares IDEP Escolar

Fotos: Graffica.info y Argentear.com

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